martes, 9 de octubre de 2012

EL CONTAGIO PSIQUICO

No obstante, hay un importante dato que debemos tener en cuenta: el fenómeno “impregna” a otros habitantes de la casa, se contagia... El marido y la hija mayor, de 10 años, ya están viviendo sucesos paranormales análogos a los protagonizados por Julia G. El marido, Antonio C., con el que ya me úne una buena amistad, tuvo un encuentro ovni mientras se hallaba -por cuestiones de trabajo- en alta mar. Fue el 12 de noviembre de 1990 y pudo visualizar frente a las costas de El Callao -junto a otros miembros de la tripulación de una bolichera- un gran “objeto” luminoso que ascendía y descendía para luego quedarse estático y, finalmente, desaparecer a gran velocidad... No ha sido la única vez que ha podido ver fenómenos anómalos y extraños “fogonazos”, cuando por la noche sale a cubierta para otear el cielo estrellado. La hija, María del Mar, en 1988 -con la misma edad en la que la madre comenzó sus experiencias- presenció una noche, junto a la cama, la aparición de “un ser alto, moreno, con túnica blanca y con un crucifijo”. Tiempo después, vio otra “entidad”, pero esta vez era “rubio, con pelo largo y ojos rasgados”...El caso de Vicente tampoco es aislado, puesto que otros miembros de su familia, como su sobrino, se han visto envueltos en historias de similares características, abundando los avistamientos y la presencia de sombras en la oscuridad de la noche. En las experiencias de Hermelinda destacan las visiones apocalípticas: dias de oscuridad, una “bola de fuego” que se avecina hacia nuestro planeta, evacuación de los elegidos (llevada a cabo por OVNIs), cataclismos, etc. Desde temprana edad ella predecía la muerte de determinadas personas. Su marido, Carlos -al que agradezco la amabilidad y cortesía que me ha brindado en todo momento-, pese a ser crítico y escéptico con las vivencias de su mujer, ha tenido que reconocer que a veces ha vivido situaciones inexplicables, como la de encenderse y apagarse las luces de la habitación, sin que, por supuesto, nadie fuera el causante de ello.
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Como último ejemplo, cabe señalar que Margarita, aparte de sus “apariciones” nocturnas y de sus proyecciones astrales, recibe por vía psicográfica un sinnúmero de bellas poesías reveladas por elevadas “entidades espirituales”, o al menos eso es lo que asegura. Me sorprendí cuando me enseñó la pila de cuadernos que guarda como un tesoro y que recogen esos dictados del “más allá”...Todos estos detalles, desafortunadamente, son “olvidados” y a veces rechazados por la mayoría de los investigadores del Fenómeno OVNI, por la sencilla razón de no invalidar la “Hipótesis Extraterrestre” que defienden con tanto apasionamiento.

UN EXTRAÑO SONIDO EN LA NUCA

Esta señora recordó -tras preguntarle si había descubierto en alguna parte de su cuerpo alguna extraña marca o cicatriz- haber notado por aquellas fechas del “encuentro”, a finales de 1989, “algo que se me encoge y suena... como dos granitos en la nuca...” Es significativo, como se desprende del relato, que las “apariciones de dormitorio” contengan simultáneamente elementos de dos polos que parecían bien opuestos: las abducciones y el contactismo. Reflexionar sobre este punto nos llevaría a tener que rectificar las tesis hasta ahora barajadas.
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Los “extraterrestres” tampoco se ausentaron de las enigmáticas visiones de Margarita Flores. Haciendo memoria recordó que “en 1978, cuando tenía 45 años, empecé a contactar telepáticamente con “Luz del Alba” -según me confesó, este “ser” era oriundo de UMMO (?)-. Me hablaba de Adán y Eva, de Lucifer, de su rebelión y otras cosas así...” Y en sueños, ella viajaba hasta la “nave extraterrestre”, donde “un ser vestido de blanco y al que no le veía la cara me daba instrucciones” (descripción similar a la que hizo Helena sobre los tres seres).
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Ya no es necesario viajar por una carretera solitaria para tener un encuentro cercano con OVNIs, ni tampoco invocar a los “hermanos cósmicos” sobre la cima de una montaña... El fenómeno se ha “transmutado” a sí mismo, y ahora nuestro propio hogar, la intimidad de nuestra alcoba, puede convertirse en el escenario ideal para manifestarse “entes” que, a buen seguro, no pertenecen a nuestra “realidad” cotidiana...

VOCES QUE ORDENAN

Siguiendo con la cuestión que nos atañe, tuve la suerte de que llegara a mi conocimiento otro inquietante testimonio meses antes de que falleciera su propio protagonista. Vicente, que así se llamaba, se mostró la primera vez algo arisco y desconfiado a la hora de contarme sus experiencias, ya que hasta entonces tan sólo las compartió con su familia. No obstante, tras visitarle varias veces pude, no sin pocos esfuerzos, ganarme su confianza, siendo de ese modo -y no creo que haya otro- como empezó a “desembolsar” sus visiones nocturnas.
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Las “experiencias de dormitorio” pueden llegar a obsesionar al testigo de tal forma que crea ser víctima de un constante control y seguimiento por parte de las “entidades” y aunque la experiencia no tenga un origen psicopatológico, sí puede generar una “escisión de la personalidad” si no es bien “digerida” por el perceptor. Algo así me pareció ver en Vicente, debido a sus ideas bastante delirantes. Afirmaba sentir extraños pitidos -casi siempre dos- en la zona posterior de la nuca. Para él era el aviso de que “ellos” estaban allí. Tras dicha señal, su ritmo cardíaco y respiratorio aumentaba considerablemente y sus miembros comenzaban a temblar. “Inmediatamente tras los pitidos -me comentó angustiado- empiezan los movimientos y comienza a bailar uno en la cama. Era un “meneo” espantoso. Llegaba a pensar de que se me iba a parar el “motor” -refiriéndose al corazón-; es más, hubo un momento en que no lo sentí. El ruido lo escucho perfectamente y otras veces, a nivel mental, he sentido otros pitidos, otras cosas raras. La última vez fue en la nuca, donde tenemos la cervical... Oí dos pitidos como diciendo: ¡Aquí estamos!...”Nuestro malogrado testigo creía que por las noches esas “entidades” experimentaban con él. Era tal su convicción y predisposición, que solía dirigirse a “ellos” diciendo: “¡Venga, que ya estoy dispuesto; haced lo que queráis conmigo!”. Constantemente, al despertar, veía a la altura de media habitación “luces” de colores rojos y azules. No faltaron “voces” que le ordenaron tomar una actitud o postura. “Estaba acostado, serían las cuatro de la madrugada y de pronto siento los pitidos en mi cerebro. Comprendí que eran “ellos”. Intenté levantarme, pero una voz me dijo: ¡Permanece echado!”. Su obsesión llegó a extremos inusitados cuando aseguró que esos “visitantes” convivían en su casa. “Presiento que están en la habitación conmigo y, de alguna manera, se me manifiestan” -dijo convencido-. Una tarde, oyendo detenídamente sus originales aseveraciones, su mujer empezó a sonreir ante lo que decía su marido, y éste, malhumorado, le replicó: ¡Mira Isabel, ahora mismo “ellos” están aquí y están viendo que tú te estás riendo...!”
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Como puede apreciarse, ovnis, proyecciones astrales, sonidos indescriptibles y toda una mezcolanza de fenómenos anómalos conviven en estas visiones, que están más cercanas al arcano mundo de lo onírico que al no menos onírico mundo de la vigilia. Con razón, para los psiquiatras este tipo de sucesos no son más que meras alucinaciones hipnagógicas, pasando a engrosar el complejo campo de los trastornos sensoperceptivos. Ciertamente, en el paso de la vigilia al sueño, y viceversa, se pueden dar fenómenos alucinatorios que se conocen como visiones hipnagógicas e hipnopómpicas, respectivamente. En esos estados intermedios, el sujeto ve fuera de sí imágenes proyectadas por su propio subconsciente, creyendo que está ante una “aparición” sobrenatural. Luego analizaremos si todos los casos pueden explicarse tan fácilmente.

EN LA FRONTERA DEL SUEÑO

Hace muchos años conocí a Margarita Flores, dueña un puesto de venta de libros en un lugar conocido como "Amazonas" en la capital Peruana, Lima. Solía acercarme de vez en cuando por su comercio para ver y algunas veces adquirir algún que otro libro sobre temática paranormal, y fue en una de esas ocasiones cuando me confesó su interés por el esoterismo, preferentemente por las doctrinas reencarnacionistas y kardecistas, pero jamás se me ocurrió pensar que fueron ciertas experiencias las que la llevaron a preocuparse por el mundo de lo “oculto”.

“Quiero hablar contigo sobre algo que te puede interesar”, me dijo en un fugaz encuentro por la calle. Un par de días después la llamé por teléfono y quedamos en su casa para el siguiente sábado, 1 de diciembre del 2004. Allí asistí, perplejo, a una larga narración de apariciones, contactos, avistamientos y experiencias extracorpóreas que formaban parte habitual de su vida. Sobre el tema que nos ocupa me relató lo que sigue: “Soñé con mi padre, cosa que me extrañó, pues le conocía sólo por fotos, ya que murió siendo yo muy niña... Me desperté de pronto a eso de las 3 de la madrugada, traté de encender la luz y, en ese instante, vi a mi padre a los pies de la cama; me quedé estupefacta; cerraba los ojos y le veía, los abría y también le veía; cuando me cercioré de que era cierto, mis manos y mis pies empezaron a temblar, pero no sentía miedo (...) La habitación se hallaba a oscuras, pero quedó iluminada por la luz que proyectaban los ojos de mi padre hacia la cama...”-¿Te comunicó alguna cosa?, le pregunté... “Habló en un castellano perfecto -me respondió con serenidad-. De golpe apareció como la pantalla de un televisor junto a él y entonces allí se proyectó todo el sueño que había tenido”. La “aparición” iba interpretando todas las escenas oníricas que se sucedían en la pantalla... “A partir de ese momento, supe que los sueños dicen cosas muy importantes y a través de ellos tuve muchísimas revelaciones”, añadió con cierta alegría en sus ojos... Desgraciadamente, aunque a esta mujer -que cuenta con 60 años- estas experiencias le han servido de mucho, han afectado enormemente su relación matrimonial hasta el punto de haber sido abandonada por su marido, quien no toleró nunca esas “cosas raras” que le acaecían a su esposa.
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No siempre ocurre algo así, y en el caso de Helena. su marido no solo acepta con resignación las constantes experiencias de su cónyuge, sino que se ha visto “compartiendo” alguna que otra vez las “experiencias de dormitorio”... “Estaba durmiendo -me señala Helena- y mi marido oyó la puerta, como si alguien la abriera, y escuchó murmullo como de mucha gente. Se oyó ruido de tazas, luego pasos... Cuando quiso incorporarse en la cama para ver de qué se trataba, pensando que eran ladrones, se acercó hacia él un gran ojo y, asustado, me llamó... Al abrir los ojos vi que la habitación estaba llena de gente al pie de la cama. Eran figuras blancas, luminosas y todas iguales. No se apreciaban rasgos, como si fueran siluetas, y no tenían brazos. Había una mujer que cantaba y los demás hacían música con sus voces. Me puse a rezar y de momento desaparecieron por la pared...” (mayo de 1987). Este puede resultar un buen sistema de defensa contra el posible ataque de estas “entidades” -como asegura la investigadora Ann Druffel-, sobre todo cuando la víctima se ve abordada por una horrible criatura que le convierte los sueños en pesadillas insoportables.
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Como se irá percatando el lector, es todo un reto para nuestra mente saber diferenciar lo real de lo ficticio en estas visiones, que tienen la peculiaridad de producirse en la oscura frontera entre el sueño y la vigilia. Por ello, ciertos relatos que gozan de total coherencia y contienen elementos comunes a otros y que, por tanto, revisten aparente credibilidad, se entremezclan con aspectos absurdos, fantásticos y de dificil definición incluso para quiénes los protagonizan.

viernes, 29 de junio de 2012

EL AUTOBÚS FANTASMA






De la ciudad de Toluca a la ciudad de Ixtapan de la Sal, anteriormente era obligado transitar por una carretera bastante sinuosa y peligrosa, pues bordea un precipicio sumamente profundo casi vertical y de roca sólida. Actualmente existe una autopista.
 Un día de tantos un autobús partió de Ixtapan de la Sal con rumbo a Toluca. El viaje era de lo más normal aunque circulaba por la noche, muchos de los pasajeros habían hecho ese viaje varias veces así que aprovechaban para dormir. El autobús inició el viaje lleno, subió por la cuesta sin problemas cuando comenzó a llover, como tantas veces en esa parte del camino, entonces alcanzó el punto más alto y luego inició el descenso e iniciaron las famosas curvas de Calderón, un tramo de carretera, en el cual las curvas son sumamente cerradas y peligrosas, además se caracteriza porque sin importar si se va a Toluca o se viene de ella esa parte es de bajada, pues es parte de una hondonada bastante grande y donde hay un puente en el cual sólo cabe un auto y está además al salir de una curva muy cerrada.
 En ese puente han ocurrido accidentes muy graves y muchos de ellos mortales, está tan hondo que a no ser por la cantidad de piedras afiladas a los lados, fácilmente podría sujetarse un “bungee”. El autobús en cuestión inició su descenso, con lluvia y por supuesto el pavimento mojado. De repente los pasajeros se percatan de que el autobús está ganando velocidad y se asustan, reclamando al conductor, quien no dice nada en absoluto, entonces sumamente nervioso al fin atina a decir:
¡¡¡Están fallando los frenos!!!
 En poco tiempo el autobús toma tanta velocidad que es imposible controlarlo y en una curva el autobús se precipita al vacío, muchos mueren instantáneamente a causa del golpe, otros yacen inconscientes, hasta que el autobús se incendia y en poco tiempo es consumido por las llamas. Nadie escuchó los gritos de los pocos pasajeros que pedían ayuda y todos mueren de una forma horrible.
 Mientras tanto en las oficinas de la central de autobuses no reciben el reporte de que el autobús número 40 de esta línea de autobuses haya llegado, está demasiado atrasado y era el último de la noche de modo que si se averió, no habrá otro que lo alcance y pueda traer a los pasajeros, de modo que se envía un vehículo a investigar. No parece haber rastro de él en todo el trayecto, al menos no hasta llegar a las curvas de Calderón, donde una patrulla de la policía ha localizado un terrible accidente. No hay supervivientes y los cuerpos están unos destrozados fuera de lo que quedó del autobús y otros calcinados dentro del mismo.
 Sólo fue noticia por poco tiempo, pero a partir de esa fecha y por las noches si te encuentras en la carretera de Ixtapan de la Sal, con rumbo a Toluca por la noche e intentas subir a un autobús, es posible que sea el número 40 el que se pare y te abra la puerta. Al abordarlo notarás que es un autobús antiguo, pero en buenas condiciones, y como algunas líneas de autobuses usan vehículos no tan nuevos, no te importará mucho, pero entonces te percatarás de que aún cuando va lleno, con personas de pie, hay siempre un lugar vacío, o dos o tres, siempre de acuerdo con el número de personas que se acaben de subir. Nadie ocupa esos asientos así que te sientas aún cuando te parece raro, y sientes un vacío en el estómago. Te percatas de que a pesar de la hora nadie va dormido, mujeres hombres y niños van despiertos, pero nadie habla, ni siquiera los niños, es un silencio pesado, además todos van bien arreglados ¿Por qué? Nadie lo sabe.
El auxiliar del chófer quien revisa los billetes (o te cobra el pasaje) comienza pocos minutos después a revisarlos, preparas el importe de tu pasaje pero, jamás pasa a tu lugar para solicitar el costo, eso es aun más raro, pero piensas que al bajar en la terminal pagarás.
 Llegas a Toluca sin contratiempos, pero pasada la media noche, entonces el chófer detiene la unidad antes de llegar a la Terminal y te dice que debes bajar en ese momento, aunque el trayecto no ha acabado y no entiendes la razón obedeces. Entonces al llegar a la altura del chófer, el único que habla, y al intentar pagar tu pasaje, te dice que no es nada y añade:
 “Baja ahora y no te gires antes de que cierre la puerta o jamás dejarás el autobús”.
 Quienes obedecen, bajan y no se giran, si no hasta que se escucha el sonido de la puerta al cerrar y el motor del autobús arrancar, sólo para darse cuenta de que no hay autobús, este mismo ha desaparecido. Los desobedientes al bajar y girarse ven el autobús hecho pedazos, dentro esqueletos descarnados y el chófer mirándote sin decir nada. El autobús desaparece y la persona en cuestión muere unos días después.
 Se dice que a partir de ese momento su fantasma sube al autobús y viajará eternamente en él por causa de su desobediencia. Si por casualidad algún día viajas a Ixtapan de la Sal y de regreso tu auto no funciona, no te arriesgues, si es de noche, a subirte a un autobús, quizá sea el número 40.
Si es así sólo obedece las instrucciones de ese modo podrás contarlo, de lo contrario serás condenado a viajar por esa ruta en ese autobús por la eternidad…

jueves, 28 de junio de 2012

ORBES






Al parecer se conocen desde hace mucho tiempo y fenómenos similares han sido bautizados con llamativos nombres en muchas partes del mundo. Faery Lights, Hobbedy's Lantern, Corpse-Candle, Elf Fire, Jack-o-Lantern, Will-o'-the-Whisp, Bob-A-Longs, Night Whispers, Fire Faeries, Jenny Burnt-Tail , Hunky Punky, Teine Sith, Huckpoten, Irrbloss, Les Eclaireux, Candelas, Ruskaly, Fox Fire, son algunas de las denominaciones extranjeras para estos fenómenos similares. Los japoneses los llaman de forma muy gráfica "hito-dama", que significa algo así como  persona-globo.


Podemos afirmar que ordinariamente son formas móviles y que su movimiento puede parecernos, caprichoso y errático. Algunas veces poseen una trayectoria puramente balística, dejando un curioso reguero en la fotografía debido a su alta velocidad.  Otras veces, las series de  instantaneas muestran un movimiento pausado  tipo ‘mosca’, con trazados y circunvoluciones suaves y lentas. 


Su forma es perfectamente esférica, aunque el autor posee pruebas  fotográficas de orbes con formas más exóticas (cardioides, en forma de escudo, estrella o mórula, acampanados, etc). Desconocemos el motivo para que estas extrañas formaciones adopten una forma esférica pero algunos investigadores han teorizado lo siguiente; en el mundo natural la esfera es la forma más perfecta y de diseño más económico y en relación a los orbes la esfera sería la mejor manera de ‘contener’ de forma económica un paquete de energía. 


Ocasionalmente se agrupan en ‘clusters’ o aluviones, formando una imagen extremadamente densa de globulos esféricos, situados a diferentes distancias y alturas, y con colores y densidades tambien diferentes, y haciendo prácticamente imposible realizar un recuento numérico. Su tamaño estandar parece ser el equivalente a una pelota de ping-pong aunque tambien se han fotografiado orbes de dimensiones gigantes y otros de tamaño minúsculo. Su gradación en la coloración y en la traslucidez sugiere que efectivamente poseen diferentes densidades y que reflejan de forma distinta la radiación luminosa. No parecen tener luminosidad propia pero reflejan la luz del flash fotográfico y la radiación infrarroja. Este es un aspecto especialmente problemático, ya que si son capaces de ser iluminados por el flash de la cámara, tambien deberian ser detectados a simple vista. Aparcaremos este asunto para un desarrollo posterior.


Su altura de vuelo parece ser extraordinariamente baja. Normalmente suelen flotar a una altura equivalente a un ser humano o incluso a ras del suelo. A pesar de disfrutar de unas propiedades físicas envidiables, su presunta ‘inteligencia’ les lleva a realizar complejas trayectorias de vuelo que podríamos señalar como ‘quasi-humanas’. Podemos encontrar fotografías de orbes subiendo escaleras cuando lo lógico sería realizar un vuelo con trayectoria más lineal y menos compleja por encima de los peldaños. 


Los orbes aparecen fotografiados en escenarios vitales de alta carga emotiva. Puede ser un funeral, una fiesta de cumpleaños, el día de la Patria o una procesión religiosa. Según el notable investigador malagueño Antonio Guerrero, es evidente que existe una relacion directamente proporcional entre ciertos lugares y personas fotografiadas y sus correspondientes energias emocionales en juego.


Aunque no siempre es así, la aparición de orbes parece estar supeditada proporcionalmente al número de personas que se hallen en el escenario y que se encuentren emocionalmente ‘sintonizadas’. Digamos que se produce un efecto de resonancia que hace aparecer un mayor número de orbes.


Los orbes aparecen en algunos casos fotografiados en íntima cercanía con un agente. Pareciera que surgen o emanan directamente de esa persona en cuestión. Como curiosidad, anotar que en fotografias de orbes en donde el agente era un bebé o un niño, el tamaño del orbe era especialmente reducido en proporción a otros presentes en el mismo escenario fotográfico. Esto nos podría llevar a pensar de forma simplista que personas adultas emanan orbes grandes y niños pequeños emanan orbes reducidos.


Los orbes se comportan aparentemente de manera inteligente. Podemos suponerles sin ningún problema un tipo de inteligencia primaria (similar a la de un animal) y es innegable su relación con otro tipo de fenomenos anómalos de significancia elevada (psicofonías, p. ej.).


Los orbes presentan tendencias y patrones de comportamiento, es decir, realizan rutinas de actuación y actualizan sus reacciones conforme se varía su entorno. Suben escaleras, se sientan en sillones y reaccionan de forma coherente ante la presencia de un agente. Esto supone un mínimo de inteligencia y emocionalidad.


También pueden ser espíritus, que son captados con el flash de las cámaras.